La relevancia de fomentar la educación emocional infantil
La educación emocional infantil es un pilar esencial en el desarrollo integral del niño. Y para ponerla en práctica es necesario saber ¿qué es exactamente la inteligencia emocional (IE)? La IE es la capacidad para reconocer, comprender, y manejar nuestras emociones, así como las de los demás.
Estas habilidades son fundamentales para la obtención de nuestros objetivos, para nuestra salud y bienestar mental, y también influyen en nuestro comportamiento y las decisiones que tomamos en nuestra vida cotidiana.
En la niñez, un momento crucial para la formación de la personalidad y el comportamiento, la educación emocional infantil adquiere una relevancia especial, ya que los niños con un alto nivel de IE manejan mejor sus emociones.
Por ejemplo, los niños tienen una mayor probabilidad de calmarse de forma autónoma cuando se encuentran molestos, son capaces de comunicar sus emociones de manera eficaz y recurren menos a comportamientos agresivos cuando se sienten frustrados (Denham, 2006).
Además, la educación emocional infantil tiene un impacto positivo en el rendimiento académico. Un estudio de Brackett, Rivers, Reyes y Salovey (2012) encontró una fuerte correlación entre la inteligencia emocional y el rendimiento escolar.
Los investigadores concluyeron que las habilidades emocionales, como la capacidad para manejar el estrés y la frustración, pueden ayudar a los niños a concentrarse mejor en el aula, lo que, a su vez, puede mejorar su rendimiento académico.
En paralelo, la educación emocional infantil también juega un papel fundamental en el desarrollo de relaciones saludables y sólidas a medida que los niños crecen, y cuyos resultados se ven reflejados en la edad adulta.
Según un estudio de Ladd (1990), los niños que demostraban una mayor comprensión y consideración por los sentimientos de los demás eran más populares entre sus compañeros y mantenían relaciones más fuertes y positivas con ellos.
En conclusión, la educación emocional infantil no solo dota a los niños de habilidades que son útiles en su infancia, sino que también sienta las bases para una vida adulta emocionalmente saludable y exitosa.
Por lo tanto, es fundamental que los padres, cuidadores y educadores comprendan cómo promover la IE en los niños desde temprana edad. Para ello, Actitud y Psicología te ofrece los siguientes consejos, elaborados por J.R. Hernández, especialista en IE:
Educación emocional infantil: identificación de emociones
Enseñar a los niños a identificar y nombrar sus emociones es uno de los primeros y más importantes pasos en la Inteligencia Emocional, y es la mejor manera de empezar a fomentar la educación emocional infantil desde temprana edad.
Esta habilidad de reconocimiento temprano es crucial porque proporciona a los niños el lenguaje necesario para expresar lo que están sintiendo, lo que puede minimizar la frustración y prevenir malentendidos en el futuro.
Los estudios de Trentacosta y Fine (2010) e Izard et al. (2001) muestran la importancia de esta habilidad. Los niños que pueden identificar y verbalizar sus emociones son menos propensos a mostrar comportamientos agresivos.
Además, los niños que podían identificar y verbalizar sus emociones eran más capaces de manejar situaciones estresantes de manera efectiva, demostraban un mejor rendimiento académico, y tenían más habilidades sociales que aquellos que no podían.
Hay varias formas sencillas y efectivas de ayudar a los niños en este paso de la educación emocional infantil. Por ejemplo, los padres pueden resaltar y hablar sobre las emociones que aparecen en los programas de televisión o libros que leen con sus hijos.
Además, los padres también pueden aprovechar los momentos cotidianos, como cuando el niño está feliz por un logro o triste por una decepción, para nombrar esa emoción y explicar a
profundidad sobre ella, así como sus utilidades y consecuencias.
El objetivo de la educación emocional infantil en este contexto es enseñar a los niños a reconocer y nombrar las emociones «fáciles» como la felicidad, la tristeza y la ira, y las «más complejas» como la frustración, la decepción, la empatía y la gratitud.
Empatía: una palabra mágica en la educación emocional infantil
La empatía, esencial en la educación emocional infantil, es la capacidad de entender y compartir los sentimientos de los demás. Enseñarla a los niños puede ayudarles a forjar relaciones más fuertes y a convertirse en personas más comprensivas y consideradas.
Un estudio de McDonald & Messinger (2011) relaciona la empatía en la infancia con una mayor competencia social en la adolescencia y la adultez. Además, los niños empáticos pueden manejar conflictos de manera más eficaz y evitar comportamientos agresivos.
Una estrategia de educación emocional infantil para enseñar empatía es el modelado. Los padres pueden mostrar empatía en su comportamiento diario, expresando comprensión cuando un niño está triste o molesto. Eso hará que el infante lo imite en situaciones similares a futuro.
También funciona especialmente si se muestra consideración por los sentimientos de los demás, fuera del ámbito familiar. Por ejemplo, podrían decir: «Veo que Messi está muy emocionado por haber ganado el juego» o «¿Cómo crees que se siente el equipo que no ha ganado?»
Otra técnica efectiva para enseñar empatía en la educación emocional infantil es a través de la lectura de cuentos. Los padres pueden hacer preguntas sobre cómo se sienten los personajes y qué podrían hacer para ayudar, haciendo la lectura incluso más entretenida.
Esto forma parte de la cuentoterapia, una habilidad psicológica que es definida como «el arte de sanar a través de los cuentos». Por ejemplo: «¿Cómo crees que se siente el oso cuando perdió su sombrero? ¿Qué podríamos hacer para ayudarlo a sentirse mejor?»
En resumen, la empatía es una habilidad emocional vital que debe ser una parte integral de la educación emocional infantil, y los padres desempeñan un papel crucial en enseñarla y modelarla. Para ello, es importante que los adultos sean capaces de ser empáticos.
Una educación emocional infantil segura
El tercer paso esencial en la educación emocional infantil es crear un entorno en el que los niños se sientan seguros para expresar y explorar sus emociones. Parece algo evidente, pero lo cierto es que muchos hogares no cuentan con este espacio.
Este ambiente emocionalmente seguro que se creará, no solo permite a los niños aprender a gestionar sus emociones de manera saludable, sino que también evita que las repriman y ayuda a desarrollar su autoestima y confianza.
Investigaciones como Gottman et al. (1996) sugieren que los niños que crecen en un entorno emocionalmente seguro tienden a desarrollar mejores habilidades emocionales y sociales, muestran una mayor competencia en sus relaciones y un mejor rendimiento académico.
Para establecer este entorno emocionalmente seguro, es fundamental que los padres validen las emociones de sus hijos, sean estas grandes o pequeñas. Esto puede hacerse escuchando activamente cuando el niño expresa una emoción.
Mostrar comprensión y evitar minimizar o ridiculizar sus sentimientos también forma parte de este proceso. Por ejemplo, en lugar de decir «No hay motivo para llorar», podrían expresar «Veo que estás muy molesto y tienes derecho a llorar, ¿quieres hablar sobre ello?».
Además, un entorno seguro también implica establecer límites apropiados para el comportamiento. Si bien es importante que los niños se sientan libres para expresar sus emociones, también deben aprender que hay maneras apropiadas e inapropiadas de hacerlo.
Por ejemplo, está bien sentir y expresar ira, pero no está bien golpear a alguien por estar enfadado. Cada emoción tiene una función y no deben ser reprimidas, más sí es importante que éstas sean reguladas para expresarse de manera saludable.
Un entorno emocionalmente seguro es un componente clave en la educación emocional infantil y permite que los niños aprendan a expresar y gestionar sus emociones de manera saludable. Es uno de los pilares esenciales en su desarrollo emocional.
La autorregulación y la educación emocional infantil
Las habilidades de regulación emocional son cruciales en la vida, sobre todo en la educación emocional infantil. Esto implica ayudar a los niños a manejar sus emociones de manera saludable y productiva, algo que es fundamental para su bienestar y desarrollo general.
Los estudios sugieren que los niños que tienen habilidades efectivas de regulación emocional son menos propensos a tener problemas de comportamiento y tienen un mejor rendimiento académico (Cicchetti, Ackerman, & Izard, 1995).
Además, estas habilidades pueden ayudar a los niños a manejar el estrés y a evitar comportamientos impulsivos y reactivos. Enseñar a los niños a manejar sus emociones puede implicar una serie de estrategias, como la atención plena y la respiración profunda.
La atención plena o mindfulness es una de las herramientas más conocidas y útiles en el campo de la psicología. Además, es una técnica que les será de gran ayuda en la adultez. Ésta implica prestar atención al momento presente de manera intencional y sin juicio.
Por ejemplo, cuando un niño se siente molesto, podría ser útil enseñarle a enfocarse en su respiración o en las sensaciones físicas de su cuerpo, lo que puede ayudarlo a calmarse y a distanciarse de sus emociones intensas, al mismo tiempo que comprende cómo les afecta.
Sin embargo, enfocar la atención en la respiración puede ser una actividad difícil para el niño, pero existen otras alternativas que pueden ser más prácticas y divertidas. Una de ellas es el grounding, que también es conocido como enraizamiento.
Este ejercicio puede incluso hacerse como una especie de juego y consiste reorientar la atención hacia la realidad. Para ello, se debe identificar cinco cosas que se puedan ver, cuatro que se puedan tocar, tres que se puedan oír, dos que se puedan oler y una que se pueda saborear.
La respiración profunda es otra estrategia de autorregulación efectiva. Por ejemplo, puedes enseñar a los niños a respirar profundamente por la nariz, sostener la respiración por unos momentos y luego exhalar lentamente por la boca, siempre haciéndolo parecer un juego.
La educación emocional infantil en este aspecto no solo equipa a los niños con herramientas para manejar sus emociones en la infancia, sino que también prepara a los niños con habilidades que serán valiosas durante toda su vida.
Sé el modelo en la educación emocional infantil de tu hijo
Los adultos son modelos fundamentales para los niños, y al manejar sus propias emociones de manera saludable, proporcionan un ejemplo vivo de cómo se aplica la inteligencia emocional en la vida cotidiana.
Investigaciones han demostrado que los niños suelen imitar el comportamiento emocional de los adultos, lo que significa que los padres y cuidadores desempeñan un papel importante en el desarrollo de la inteligencia emocional de los niños (Denham et al., 2000).
Así, los adultos que regulan sus emociones de manera efectiva y expresan sus sentimientos de manera abierta y saludable, pueden contribuir de manera exitosa a la formación de patrones emocionales positivos en los niños.
Modelar la inteligencia emocional puede tomar diversas formas. Por ejemplo, si un padre se encuentra en una situación de estrés, puede expresar sus sentimientos de manera constructiva, explicando cómo se siente y lo que está haciendo para gestionar esa emoción.
También es importante que los adultos muestren empatía en su día a día. Esto es algo que pueden conseguir demostrando frente a sus hijos comportamientos ejemplares como la comprensión y preocupación por los sentimientos de los demás.
Este tipo de prácticas enseña a los niños la importancia de ser conscientes de las emociones de los demás, un aspecto crucial de la inteligencia emocional y que fomenta indirectamente la educación emocional infantil.
En resumen, modelar la inteligencia emocional es un paso esencial en la educación emocional infantil, donde los adultos pueden enseñar a los niños a través de su propio comportamiento y manejo de las emociones.
La educación emocional infantil y su relación con los conflictos
Los conflictos son parte natural de las interacciones humanas, y aprender a manejarlos de manera efectiva es una habilidad vital para el desarrollo socioemocional. La educación emocional infantil ayuda precisamente en este proceso.
Investigaciones sugieren que los niños que son capaces de resolver conflictos de manera efectiva tienden a tener relaciones más saludables y un mejor desempeño en la escuela (Domitrovich, Durlak, Staley, & Weissberg, 2017).
La enseñanza de habilidades de resolución de conflictos implica varios pasos en el proceso de educación emocional infantil. El primero de estos es que los niños deben aprender a identificar y entender sus emociones y las de los demás.
Esto implica usar las habilidades de identificación y reconocimiento de emociones y empatía que hemos discutido en el segundo apartado de este artículo. Sin embargo, recuerda que existen otras herramientas que puedes consultar con tu terapeuta. Contáctanos.
Una vez que han identificado las emociones en juego, pueden comenzar a trabajar en la resolución del conflicto. Esto podría implicar aprender a tomar turnos para hablar, escuchar activamente y expresar sus necesidades y deseos de manera asertiva pero respetuosa.
Por ejemplo, en lugar de gritar a un amigo que ha tomado su juguete, podrían aprender a decir: «Me siento molesto porque quería jugar con ese juguete. ¿Podríamos compartirlo o tomar turnos?». Note que la expresión de la emoción está incluida en este paso.
Por último, es importante que los padres modelen habilidades de resolución de conflictos en su propio comportamiento. Esto podría implicar manejar los desacuerdos de manera calmada y constructiva, y demostrar cómo se pueden hacer compromisos y encontrar soluciones que satisfagan a todas las partes involucradas.
La educación emocional infantil a tu alcance
Fomentar la educación emocional infantil es una inversión indispensable en el desarrollo y crecimiento de nuestros niños. Al aprender a entender y manejar sus emociones, podrán estar mejor equipados para afrontar los desafíos que la vida presenta, tanto ahora como en el futuro.
A lo largo de este artículo, hemos examinado cinco pasos clave para promover la inteligencia emocional en los niños. Iniciamos resaltando la importancia de enseñar a los niños a identificar y verbalizar sus emociones, para luego abordar la necesidad de fomentar la empatía.
Tratamos sobre la creación de un entorno emocionalmente seguro y relevancia de instruir en habilidades de regulación emocional. Finalmente, discutimos el papel significativo de modelar la inteligencia emocional a través de nuestras propias acciones y comportamientos como adultos.
Es crucial recordar que estos pasos no operan de manera aislada, sino que se entrelazan y refuerzan mutuamente en el proceso de educación emocional infantil. Aunque los padres y cuidadores juegan un papel vital en este proceso, no deben dudar en buscar apoyo y orientación profesional si lo necesitan.
Psicólogos, terapeutas y otros profesionales de la salud pueden brindar recursos y estrategias adicionales para ayudar a sus hijos a desarrollar su inteligencia emocional de la manera más efectiva. En Actitud y Psicología estamos felices de apoyarte, contáctanos.
Debes saber que nuestro centro de salud, más allá de ofrecer servicios de terapia, está destinado al desarrollo personal, tanto de niños, como adolescentes y adultos. Para lograr esta labor, también contamos con capacitación, a través de cursos y talleres.
Nuestras capacitaciones en Inteligencia Emocional están construidas sobres los pilares de la educación emocional infantil que se han señalado en este artículo, así como en otras habilidades que no fueron incluidas y que puede consultar con nosotros directamente.
Por ejemplo, la habilidad para expresar abierta y honestamente las emociones también es una parte esencial de la inteligencia emocional y puede tener un impacto significativo en las relaciones y en el bienestar emocional de los niños.
Brevemente, significa que podría implicar hacer preguntas abiertas que inviten a los niños a hablar de sus sentimientos, como «¿Cómo te sentiste cuando tu hermano tomó tu juguete sin preguntar?» o «Pareces un poco triste después de la escuela hoy, ¿quieres hablar de ello?».
Es importante recordar que la comunicación abierta no solo implica hablar, sino también escuchar. Es decir, los padres deben demostrar que están escuchando y que valoran los sentimientos del niño, y siempre respetar el espacio personal si el infante opta por el silencio.
Al igual que con todas las habilidades de la educación emocional infantil, los padres pueden ser modelos de comunicación emocional abierta a través de su propio comportamiento. Esto podría implicar hablar abiertamente sobre sus propios sentimientos y mostrar a los niños que está bien tener y expresar emociones.
Al final del día, nuestra meta común es la misma: contribuir al crecimiento de nuestros niños para que se conviertan en individuos emocionalmente inteligentes, empáticos y resilientes, capacitados para navegar exitosamente en un mundo emocionalmente complejo.